Oh Santísimo Niño del Remedio,
Divino Jesús, Rey de las Naciones, dueño de mi corazón,
te adoro y bendigo pues eres mi Dios, mi amigo y Señor;
te agradezco la paz interior que cada día me das
y los muchos prodigios que has obrado en favor nuestro,
y pues tengo inmensa fe en la grandeza de tu bondad,
postrado-a ante tus pies, con humildad y esperanza
vengo a pedirte dulce Jesús mío, mi Niño querido,
me concedas auxilio en los males que me aquejan.